Cap. 8

Ag 2023-Miriam Rodriguez

Sueños en color
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Los vuelos del archipiélago al balcón y del balcón al archipiélago, nunca se interrumpieron.

Cada mañana Muun dando suaves golpecitos con su pico en los cristales de la ventana, avisaba que ya estaba ahí y juntos salían rumbo a la escuela.

Durante las horas de clase, esperaba en la placita de enfrente. Donde siempre había algo dulce para tomar. En los floridos canteros encontraba variedad de sabores. Y al escuchar el timbre volaba al patio, para no perderse el recreo.

Luego regresaban a la casa.

Estaban en eso cuando escucharon un estruendo y Aroa tuvo que frenar bruscamente para no caer del monopatín. Solo alcanzó a distinguir frente a ella un gran alboroto de gritos, pelos y polvo. 

Muun desde la altura, había visto todo y luego de indicar el cambio de rumbo dijo_ Alguien está en peligro. Vamos en su ayuda.

Así llegaron hasta un viejo edificio abandonado y entre las ruinas, descubrieron que aquel escándalo callejero no era más que un grupo de gatos sin dueño que perseguía y ahora acorralaba amenazante a una paloma herida. Muun decidió hacerles frente y abriendo sus alas, intentò ser escudo, ¡pero era tan pequeñito!

Aroa tembló. Imaginó el peor final. Pero el terror que invadìa todo su cuerpo se esfumò rápidamente dejándole paso al asombro. A lo lejos se escuchaba el sonido seco de los cascos sobre la tierra. Y seguidamente, un caballo saltó por un hueco en la pared. Su sola presencia, hizo que los gatos huyeran espantados. 

Una vez más, aquel potro de colores había abandonado la comodidad de un lienzo colgado en la pared para unirse a Muun y Aroa en sus aventuras.

La bufanda, se hizo mucho más larga y se enredò en la barriga del animal ciñéndose como una cincha.

Arroparon a la paloma dándole calor dentro de la mochila. Y llevando el monopatín de tiro levantaron vuelo.

Esta vez, aterrizaron en un parque solitario cerca de la casa, y ahí fue donde el colorido equino desapareció rápida y misteriosamente.

Sorprendidos y lamentando no haber podido siquiera darle las gracias a su nuevo amigo, siguieron su camino y cuando llegaron cuidaron y sanaron a la blanca paloma, que, sabiéndose a salvo, se durmió tranquila bajo el jazmín del balcón.

Miriam Rodriguez
Miriam Rodriguez

"Todos tenemos algún vidrio roto en el alma, que lastima y hace sangrar, aunque sea un poquito. Al escribir, siento que puedo sacar un poco de esos vidrios fuera de mí. Al ponerlos en un papel ya no me dañan” - Eduardo Galeano. Quizás esa sea la razón por la que me encanta escribir.

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