Cap. 11

Ag 2023-Miriam Rodriguez

Sueños en color
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En el patio de la escuela, durante el recreo, Aroa dibujaba girasoles en las baldosas recordando la increíble experiencia que habían vivido.

Canek la observaba, como siempre, nada convencida de lo que la pequeña creaba. Pero eso ya no la preocupaba. Ella era feliz durante sus minutos de recreación, luego en el aula, seguía las consignas de su maestra y era una alumna aplicada.

Mientras esperaban en la plaza Muun y Paz ya tenían diagramado un nuevo viaje. Esta vez nada los desviaría de la ruta trazada. El colibrí, en su isla había hablado con Nahil. El patriarca había diseñado una guía perfecta con las coordenadas exactas. La ubicación en el tiempo, esta vez no fallaría.

Cuando regresaron a la casa, ya todo estaba preparado y solo quedó salir en busca de aventuras.

Esta vez, el vuelo fue tranquilo y al descender, como si fuera un tobogán, se largaron por un extraño reloj derretido que colgaba de un árbol.

Mientras iban andando se cruzaron con unos animales muy raros. Elefantes con patas altísimas y muy delgadas. No podían dejar de mirarlos, pero tenían que seguir su camino.

 Así llegaron a un pueblo con mar. Una mujer asomada a una ventana observaba la playa, se acercaron hasta ella, e iniciaron la conversación. Ella les contó que tenía un hermano que pintaba desde pequeño, que ahora tenía unos bigotes muy particulares, se llamaba Salvador y era amigo de otro pintor llamado Pablo.

 Tenía conocimiento de que este último, había sido un alumno brillante y ahora era un gran artista. Y a lo largo de su vida se había mudado muchas veces. Pero aun así tenía pistas para que pudiesen ubicarlo. 

_ ¡Tiene que ser mi Pablo!, dijo Paz ilusionada.

Se hacía muy tarde y ya no podían seguir. Debian regresar.

Pero volverían a viajar, y esta vez lo harían visualizando el reencuentro de la paloma y su amigo.

Esa noche Muun voló a Kantunil más alegre que nunca. Tenía la certeza que el de mañana sería el mejor de los días.

Y en la casa, mientras la luna iluminaba la habitación de Aroa, Paz se durmió sobre la almohada de la niña, al calorcito de su pelo enmarañado, feliz, soñando con el abrazo alado que le daría a Pablo.

Miriam Rodriguez
Miriam Rodriguez

"Todos tenemos algún vidrio roto en el alma, que lastima y hace sangrar, aunque sea un poquito. Al escribir, siento que puedo sacar un poco de esos vidrios fuera de mí. Al ponerlos en un papel ya no me dañan” - Eduardo Galeano. Quizás esa sea la razón por la que me encanta escribir.

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