Cap. 5

Ag 2023-Miriam Rodriguez

Sueños en color
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Muun vio salir a la maestra. Quería hablarle. Voló delante de ella, hizo sus giros, sus destrezas en reversa, pero nada conmovió a la mujer, que siguió andando como si nada. Entonces, con su pico cortó del jardín del cole, un pimpollo de rosa blanca y la tiró a sus pies. Canek, la pisó diciendo_ ¡Niños insoportables! ¡Siempre tirando cosas al suelo! 

Muy apenado, el colibrí miró la flor aplastada en la vereda. Y pensó.” No tiene caso insistir. Un corazón helado, difícilmente descubra la belleza que lo rodea.”

Fue entonces cuando descubrió a Aroa entre la muchedumbre que se agolpaba en la puerta de la escuela. 

_ ¡Ella es quien importa !, dijo mientras la veía secarse la cara con el antebrazo, ponerse las gafas, el casco, dar el impulso y treparse al monopatín.

Fue detrás y desde la altura podía percibir la tristeza de la niña.

Comenzó a jugar con las cintas del pelo. La pequeña se dio cuenta, pero siguió atenta al camino. 

Todavía quedaban lágrimas, pero a pesar de la humedad, la figura diminuta y colorida que bailaba a su alrededor no fue ajena a sus ojos.

Era tan gracioso y etéreo que, al llegar a la casa, logró dibujarle una sonrisa.

Muun voló directo al balcón repleto de flores. Aquello, para él, era una gran tienda de golosinas. 

Sumó fuerzas tomando un poco del dulce manjar de las corolas. Ricos caramelitos que saboreó con placer.

Aroa, estaba en su habitación. Guardaba lápices, pinceles, témperas en una gran caja. Muun golpeó el cristal de la ventana con su delicado pico, la niña, la abrió y en un segundo estuvo en presencia del danzarín más hábil del aire.

_ ¡Ey!  ¿Qué hacés aquí?

_ ¡Perdón Aroa, no me presenté! Soy Muun.

_ Muun???!!!, que nombre tan raro! Y, además, ¡los colibríes no hablan y… Sabès como me llamo! Mientras lo decía pensaba, “Esto no puede estar pasando”.

_ De dónde vengo, todos los nombres tienen un significado. El mío es “tierno”. Es un lugar muy lejano, habitado solo por colibríes. Todos tenemos el don de la palabra, pero solo unos pocos pueden escucharnos. Es que no sonamos en los oídos sino en el corazón. Y te conozco muy bien, porque soy una especie de ángel de la guarda, que debe velar por tus sueños.

Mientras intentaba salir del asombro, la niña lo vio perderse en la bufanda que colgaba en el respaldo de un sillón. 

Estaba tan cómodamente instalado que no pudo más que reír y decirle _ ¡Muy tierno!

_Me la tejió mi abuela Rocío.

_ ¿En serio? Yo también tengo una abuela, pero solo teje nidos. Se llama Itzamal, que quiere decir “roció del cielo”. ¿Ves? ya tenemos cosas en común. Y salió volando hacia atrás de entre los flecos azules, verdes y turquesas.

Aroa, reía. Ya había olvidado el día tan gris que había tenido. Dentro de su cuarto, había una diminuta ave acróbata, que iba igual hacia arriba, que abajo, atrás que adelante. Pero en una de sus coreografías, Muun, adrede, tiró una caja y una alfombra quedó sembrada de lápices y pinceles.

_ ¡Qué maravilla !, dijo. ¡Cuánto color!

_Ya no sirven, dijo la niña. Se van a quedar ahí, guardados para siempre.

_ ¿Cómo es eso? Uyyyy, cuanta belleza! voló entre estantes, de donde iban cayendo, láminas pintadas y repletas de dibujos.

Aroa, se sentó en el suelo, con las piernas cruzadas bajo su cuerpo. Los codos en las rodillas y su cara entre las manos. La tristeza había llegado otra vez. 

_ Me encanta pintar. Pero solo hago manchas. No puedo volver a hacerlo.

Un susurro le endulzó los oídos. 

_ No abandones tus sueños. Nadie puede decirte que no podes.

Solo tenès que creer en vos y hacer lo que te hace feliz.

Cuando le das vida a una hoja en blanco con tus colores, es tu alma la que habla.

Es la manera de que el mundo pueda ver tu belleza interior.

Además, el arte existe desde los inicios de la historia. Es una maravillosa herramienta de comunicación.

Confía en mí. Soy guardián del tiempo. Vamos a ir hasta el horizonte del principio. Dónde todo comenzó.

Miriam Rodriguez
Miriam Rodriguez

"Todos tenemos algún vidrio roto en el alma, que lastima y hace sangrar, aunque sea un poquito. Al escribir, siento que puedo sacar un poco de esos vidrios fuera de mí. Al ponerlos en un papel ya no me dañan” - Eduardo Galeano. Quizás esa sea la razón por la que me encanta escribir.

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