Cap. 1

Ag 2023-Miriam Rodriguez

Sueños en color
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Un nuevo día comienza en Kantunil. 

Como cada mañana, el sol se baña en el océano, mientras las olas, relatan la historia de la traviesa que una vez tomó sin permiso una porción de tierra y la trajo hasta ahí. El finge no creerles, pero es fiel testigo de que eso sucedió. 

Allí, al final del arcoíris, la vio llegar, estirarse, sacudir la espuma salada y depositar una extensa parcela llena de color.

Desde entonces ese archipiélago es el lugar donde habitan los colibríes.

Su nombre significa piedra preciosa y recuerda a aquella flecha de jade.

Los hombres desconocen su existencia y aunque lo descubriesen jamás podrían llegar.

Detrás de una cascada en la copa de un fresno, viven Muun y su abuela Izamal.

_ ¡Arriba Muun, a desayunar! Hoy preparé tortillitas de flores de lavanda. Esas que tanto te gustan.

 Desde el otro rinconcito del nido, la voz de la abu sonó como dulce melodía.

Estiró su camita de hojas, sacudió sus alas y se fue a saborear esa delicia.

Luego le dio un beso a la abuela y salió a cumplir con su rutina. 

Es muy temprano, por eso decide pasar por el jardín de las ceremonias. Llega en el preciso momento en que una mujer da comienzo a una. Vuela hasta su espalda. Las flores son tan hermosas que se queda suspendido sobre ellas. 

Alguien lo observa muy sorprendido. Nunca había visto tamaña belleza y se preguntaba ¿Qué puerta es esta que se está abriendo? ¿Qué cosa tan linda me espera detrás de ella?  Y entonces, Muun cumple su misión, sobrevuela al hombre, toma esos pensamientos y a toda velocidad sigue viaje.

Llega a su lugar preferido. Esa casa pintada de azul por dentro y por fuera parece un pedacito de cielo. Allí vivió Frida y todavía guarda su perfume. 

Pasando el patio rojo en forma de herradura, lo espera una ventana abierta para darle el pase libre al salón. Sus ojitos negros, delineados en blanco, se llenan de chispas. Baila entre pinceles y potes de pintura. La magia lo envuelve. ¡Hay tanto color!  Aprendió a sumergirse en los lienzos y vestirse con pigmentos y pinturas. 

Entra y sale de cada cuadro, se hace parte de ellos. Y entre pase y pase deja estelas en el aire que dibujan luminosas líneas.

Afuera, una fuente con agua fresca pide pista. Como un veloz helicóptero, levanta vuelo y aterriza en ella. 

_” Nada mejor que hacer la plancha y nadar un ratito”, piensa. Y desde la altura se tira un clavado, a la que para él es una piscina. Sale. Se sacude el agua del plumaje, y con ello baña las flores a su alrededor. Acto seguido se apresura sobre uno de los diminutos caramelos que tanto le gustan, para finalmente darse media vuelta y retomar el vuelo hacia el nido.

Cuando llega, encuentra colgando en la ramita de entrada una tarjeta que en letras doradas dice Mañana se reúne el Consejo de Sabios de Kantunil. Rogamos su presencia. 

¿Qué será lo que me espera?, piensa.

Miriam Rodriguez
Miriam Rodriguez

"Todos tenemos algún vidrio roto en el alma, que lastima y hace sangrar, aunque sea un poquito. Al escribir, siento que puedo sacar un poco de esos vidrios fuera de mí. Al ponerlos en un papel ya no me dañan” - Eduardo Galeano. Quizás esa sea la razón por la que me encanta escribir.

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