Cap. 10

Ag 2023-Miriam Rodriguez

Sueños en color
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Aturdidos dentro de la inmensa montaña amarilla, como pudieron se aferraron al vehículo fantástico y comenzaron a escalar para poder salir. Todos los intentos fueron fallidos. Cubiertos por varas de trigo seco, habían comenzado a quedarse sin aire. Muy cansados, casi dormidos, no supieron en qué momento dejaron de estar solos. A su lado, echado sobre ese suelo quebradizo, estaba el potro de vivos colores. Se acurrucaron junto a él y lo acariciaron mientras le susurraron palabras de agradecimiento por siempre ser su compañero. Había serenidad y estaba muy oscuro cuando la masa de pelaje rojo y azul se encorvó y con un movimiento de cabeza les dio indicaciones. Ajustaron la bufanda y Muun, Paz y Aroa se agarraron fuerte de las crines. Entonces levantó las patas delanteras y en un segundo salieron de aquella prisión de trigo.

Quedaron sobre el llano, con el sol dándole en la cara y respirando aire fresco.

 Sabiamente, el caballo había guardado sus fuerzas, esperando el momento preciso de usarlas para salvar a sus amigos.

Así tan espontánea y misteriosamente como lo habían visto a su lado, dejaron de verlo. 

Muun sabía que la tormenta los había desviado muchos años atrás en el tiempo. Allí era imposible que encontraran a el niño pintor que buscaban.

Pero decidieron caminar antes de emprender el regreso.

Al otro lado de la inmensa parva de trigo en la que habían caído, descansaba una pareja de campesinos después del trabajo.

Mas adelante, un hombre seguía cosechando y otro que recogía girasoles y dijo llamarse Vincent les explicó como encontrar el camino.

Así fue como pudieron volver a volar y atravesando la noche estrellada regresaron sanos y salvos a la seguridad del balcón de Aroa.

¡Esa sí que había sido una gran aventura!

Miriam Rodriguez
Miriam Rodriguez

"Todos tenemos algún vidrio roto en el alma, que lastima y hace sangrar, aunque sea un poquito. Al escribir, siento que puedo sacar un poco de esos vidrios fuera de mí. Al ponerlos en un papel ya no me dañan” - Eduardo Galeano. Quizás esa sea la razón por la que me encanta escribir.

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