Cap. 7

Ag 2023-Miriam Rodriguez

Sueños en color
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Desde ese fantástico día, Aroa, siempre sonrió. 

En clase escribía oraciones simples. Y solo dibujaba monigotes rectos pintados con colores primarios que llegaban con exactitud hasta el límite. Eso le gustaba a su maestra, entonces todos estaban en paz.

En los recreos, las baldosas del patio de la escuela le servían de lienzo y con tizas de colores daba rienda suelta a toda su imaginación. Sus obras eran preciosas, claro que duraban solo pocos minutos. Cuando veía que Canek se acercaba, llamaba a sus compañeros y saltaban sobre ellas entonces un polvillo de colores se elevaba en el aire y todos reían.

Muun participaba, tomaba esas partículas con las alas y luego, traviesamente sobrevolaba a la seño, dejando sobre su negra cabellera remolinos de color.

En la casa pintaba utilizando decenas de colores, mientras en el balcón, su pequeño amigo danzaba sobre las flores y saboreaba sus dulces favoritos.

Y al atardecer se despedían y retomaba el vuelo al nido, donde lo esperaba Izamal, para mimarlo un poco hasta que se quedaba dormido.

Muchas veces, se reunía con Nahil, para hablar de los progresos de Aroa. El patriarca estaba orgulloso, Muun sabía hacer muy bien su trabajo, era un excelente mensajero de buenos deseos.

En uno de sus vuelos entre la isla y el territorio, se detuvo a refrescarse en la fuente de un jardín, desde allí vio una ventana abierta se acercó y sobre la pared blanca, vio un cuadro con la pintura de unos caballos oscuros y en primer plano otro con espléndidos colores azules y rojos. Era el mismo que los había acompañado en la gran aventura de las cavernas.

Escuchó voces y reconoció al hombre. Lo recordó, absorto, observándolo aquella mañana muy temprano en el jardín de las ceremonias. Él había tomado sus buenos pensamientos y ahora lo encontraba allí. También había una mujer y juntos pintaban un lienzo que poco a poco fue tomando la forma de un rostro femenino. Esa pintura era muy bella y pudo ver reflejado sus colores en ella. Entonces se sumergió en ella confundiendo sus plumas con el acrílico. Salió rápidamente, hizo su danza acrobática sobre la pareja que no podía creer lo que estaba viendo y susurró en el oído del hombre_ Tus buenos pensamientos te trajeron hasta aquí. Estas son las puertas que se estaban abriendo. Supiste ver lo que había detrás. Pintar te hace feliz y tus obras tienen la magia de alegrar a la gente. Y rápidamente se marchó para llegar a tiempo a su cita. 

El timbre de la escuela estaba por sonar. Otro día de clases comenzaba.

Miriam Rodriguez
Miriam Rodriguez

"Todos tenemos algún vidrio roto en el alma, que lastima y hace sangrar, aunque sea un poquito. Al escribir, siento que puedo sacar un poco de esos vidrios fuera de mí. Al ponerlos en un papel ya no me dañan” - Eduardo Galeano. Quizás esa sea la razón por la que me encanta escribir.

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