Nos erit aeterna. Seremos eternos.

Jun 2023-Gregsson Camacho

Historias de otra galaxia
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Hace aproximadamente 13.8 mil millones de años, en algún lugar del frío y solitario espacio donde todo era vacío y silencio ocurrió algo excepcional . 

Una acumulación de energía, totalmente poderosa y majestuosa, el cual su poder no podía mantenerse, no era estable; Nació.

De pronto surgió un estallido titánico, desplegando su majestad en el resplandor. El universo se desplegó como un lienzo en blanco, pintado por astros que emergieron con su encanto, en cada rincón, secretos cósmicos a descubrir, constelaciones que nos invitan a soñar y reír. Ese susurro cósmico, en esencia, se expandió en universos con grandiosa presencia, una danza celestial de partículas en vuelo, tejiendo los destinos en un telar sin recelo. Bajo este accidente cósmico, se crearon las galaxias, universos, planetas, y celestinos que conocemos.

-Entre ellos se originó una leyenda.

Se dice que, desde la creación, el astro lunar, o la llamada luna, apareció, imponente y brillante, la dama de la noche, con todas sus fases, siendo glamorosa y elegante, dejando mirar sus cráteres sin temor, y brillando sin titilar, tomando diferentes y hermosos nombres, cada civilización la adoraba, siendo Diosa admirada por todos. También desde la creación, apareció el astro diurno, el poderoso sol, lleno de fuego intenso, solitario y atractivo, con la fuerza y el poder para quemar mil planetas.

Ellos fueron los primeros y auténticos amantes, ambos se enamoraron tan rápido como la velocidad de la luz.

-Se cuenta que; El sol se fascinó con su compañera plateada, que brillaba con tal intensidad, que opacaba a cualquier astro existente. Ella, de su guerrero dorado, que la atraía con una fuerza increíble, y que la atrapó con sus poderosos encantos. Cuando quisieron estar juntos, se sorprendieron de la magnitud de energía que provocaron, sus fuerzas juntas eran demasiado poderosas, el amor de estos dos podría provocar la extinción del universo entero.

Los invadió una gran tristeza por no poder estar juntos como siempre lo quisieron, vivieron miles y miles de años, mirándose desde lejos, esperando que uno se oculte, para así salir el otro. El sol, siendo noble y comprensivo, pidió con todo su poder a cualquier fuerza creadora que lo escuchara, que por favor ayudara a la luna, porque la conocía y aunque a veces se veía entera y brillante, había noches que solo un cuarto menguante dejaba mirar, y un brillo opaco vislumbraba, y su mitad oscura, desaparecía en el espacio dando a entender las tristes noches de soledad que tenía encima. Él pidió por alguien que pudiera hacerle compañía, y entonces se crearon las estrellas, que fueron fieles compañeras de la amada plateada, qué salía cada noche para iluminar. —“Al menos ya no estaría tan sola”, pensó el dorado celestino.

La luna, siendo honesta, le declaró su amor, y prometió encontrar la forma de estar juntos algún día. Muchas noches, cuando se sentía triste, se acercaba a su amiga la tierra por consejos, el cual provocaba desastres naturales en ella por su poderosa atracción de las aguas marítimas, por eso sus charlas eran cortas, ella quería ser escuchada.

La diosa de la noche, era deseada por muchos, y durante toda la existencia fue adorada y observada, le compusieron canciones, poemas, versos y escritos, muchos quisieron tocarla, y algunos lograron acercarse a ella, pero era indomable y su amor por su guerrero dorado, era etéreo e infinito y no desaparecía. Aunque a veces era celosa, cuando algunos planetas querían orbitar su sol, pero reflexionaba. —¿Qué podría ofrecerle venus, con su vestido amarillo opaco? —Un montón de gases de seguro. —Sonrió burlonamente la diosa nocturna.

Una noche la luna se vistió de llena, se sintió entera, se puso todo el brillo que tenía y acomodó sus mejores estrellas para seducir al sol, se alineó con su amiga tierra y por alguna razón, el sol conociendo los peligros que este encuentro suponía, se atrevió a alinearse con ellas, se creó el eclipse. Su momento único de intimidad, que tardó solo unos minutos para ellos, valió la vida entera de espera.

Mientras el Sol y la Luna se abrazaban en aquel eclipse, compartieron sus secretos más profundos y sueños más anhelados. Descubrieron que, aunque sus roles en el cielo fueran diferentes, sus almas se complementaban de una manera única y especial.

El tiempo pasó rápido, y el eclipse llegó a su fin. El Sol y la Luna se separaron, pero en sus corazones sabían que su amor era verdadero y eterno. Desde aquel día, cada vez que se encontraban en el cielo, compartían miradas cómplices y destellos de amor en cada amanecer y atardecer.

Aunque el Sol iluminaba los días y la Luna embellecía las noches, nunca dejaron de anhelar estar juntos. Sin embargo, sabían que su amor era tan poderoso que su unión podría causar estragos en la Tierra.

Decidieron seguir bailando en los cielos, permitiéndose pequeños encuentros a través de los eclipses. En esos momentos fugaces, el mundo entero se maravillaba con la belleza de su amor, y los humanos encontraban esperanza en la unión de estos dos seres celestiales.

El Sol y la Luna demostraron que el amor verdadero puede trascender las barreras y las diferencias, y que su magia puede tocar el corazón de todos aquellos que tienen el privilegio de presenciarla. Aunque su amor era fugaz, dejaba una huella eterna en los corazones de quienes lo contemplaban.

Y así, el Sol y la Luna continúan su eterno baile en el cielo, compartiendo su amor en cada eclipse, recordándonos que el amor puede existir en todas las formas y lugares, incluso entre dos seres celestiales que sólo pueden encontrarse por breves momentos en el tiempo.

Gregsson Camacho
Gregsson Camacho

Cocinero de profesión. Me apasiona la música y escribir. Trato de expresar mis sentimientos y emociones a través de poemas y versos y algunas veces canciones, sueño con cambiar al mundo con mis palabras.

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