Crucificado crucificador

Oct 2022-Letrinemias

Memorias de una Mantis
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¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡¿por qué me has abandonado?! 

¡Cierra los cielos sobre mí! 

¡Rasga ya de una vez el velo rojo del Templo! 

¡Termina el ardor de mis llagas blandas!, 

que aquí estoy soportando el hedor de mi cuerpo 

y el candor de mi sangre ¡tal tu voluntad!

¿Por qué insistes en vanos sacrificios, cuando sabemos el final? 

Una y otra vez en este sangriento madero fui colgado, 

mi carne humana execrada, 

mi palabra vacía negada por esta cruel insistencia tuya.

¡Vaya perversión que ni mi palabra es mía! 

soy títere desmembrado de éste sordo acto, 

marioneta de tus designios, 

horrocrux abandonado de tu alma.

Si ni el féretro de madera que por el mundo navegó aquella vez, 

ni el exterminio de los gigantes malvados 

logró corregir tu más primo error, 

¡tu creación más nefasta!

Yo sentí tu corazón, cruel privilegio, 

y desde siempre supe que esta empresa nunca llegaría a nada. 

¡Tú! ¡Grandioso Creador! ¡querer encerrarse en templos de piedra!, 

cuando bajo húmedas piedras silvestres podría encontrarte...

¡Tú! ¡Piadoso Ángel!, ¡ungiendo rechonchos sacerdotes 

para bendecir el nacimiento, la enfermedad y la muerte!, 

cuando de tu aliento, desde siempre, la esencia de la vida siempre fue bendita...

Acaba, dulce padre, este oscuro tormento, 

que ni en la fiebre de mi Getsemaní pude imaginarlo.

¡Oh! ¡dichoso el hijo primero de Abraham!, 

que salvado fue por el soplo del ángel sobre la mano trémula del obediente padre, 

déjame de una vez ser el servil cordero 

y derramar mi untuosa sangre en la pátina.

Rasga mi costado con la infame lanza, 

como las nubes afiladas cortan la cara de la luna.

Sé que mi tiempo de reinado se acerca, 

y no puedo evitar semejante error.

Ya no veo al ladrón, 

donde el ladrón descansaba colgado.

Ya no veo a mi Madre, 

donde una mancha roja de llorar se hincaba en el polvo.

Sólo oscuridad y frío.

Elí... Elí... Lama sabactani.

Letrinemias
Letrinemias

Spleen del mas enfermo.

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