¡Ay, gran amor de mis sentidos! 

¡Calidez de viento que envuelves mi corazón y lo entregas a la divinidad de los  cielos! 

El atardecer enaltece el paso del sol y la arena entrega a las estrellas, las huellas  del camino recorrido. ¡Mira, qué de mí todo tienes! ¡Mira cómo es que navegan las rosas  en el océano de mis anhelos de amor! ¡Siente, amor mío, siente, que, en el poder de mi  amor, tú eres rey y soberano! Soberano de mi castillo de luz. 

Puedo sentirte, amor mío, a través del brillo del sol que ingresa por mi ventana y  dibuja, con tu dulce entrega, huellas de amor en mi camino. Sonrío y tú sonríes. Podemos  sentirnos, un día más, en un leve susurro de la magia del cielo, que nos envuelve y entrega  su luz dorada a nuestra promesa de amor eterno. 

Deja, amor de mi vida, deja tus huellas en mi ventana, porque allí, allí siempre te  entregaré mis alabanzas de amor, mi cariño y mi bondad. ¡Siente! Porque todo de ti, aquí,  en este instante, ha sido amado por mí.

Agustina Chiera

Amor y rosas mágicas.