Caminar y constelar

Eugenia Filippini - Caminar y constelar
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Mi primera aproximación con las Constelaciones Familiares fue a los diecinueve años en una clase de teatro. Sin saber que varios años después, las experimentaría, y me formaría para convertirme en Facilitadora.

Llegué definitivamente a El Chaltén una tardecita lluviosa, de viento y frío. No sé que me daba más miedo, si la hospitalidad de la gente o el clima agreste. Casi seguro lo primero.

Sin imaginar siquiera lo que vendría, la vida siguió,  trabajé, viajé, me fui, volví y seguí caminando por esos bosques con árboles que me abrazaban en silencio. Que me habían estado esperando, a mí y a todos los que llegábamos a disfrutar de la inmensidad de la naturaleza.

El tiempo fue pasando, y nueve años después de la primera vez que experimenté una Constelación, volví a hacerlo. Esta vez como parte de un procedimiento de curación, a modo de viaje personal. En palabras más simples. Un tratamiento que incluía varios métodos, entre ellos, las Constelaciones Familiares.

Y ahí continuó mi viaje, ese que había empezado allá, un tanto más joven, con estas gafas que ahora me permitían ver y sentir ciertas cuestiones que antes no podía. 

De repente, ya inmediatamente después de la primera sesión, mi vida tenía más luz. Una paz de la que en algún momento me alejé. No entendía cómo ni tampoco me importaba saberlo. Me alcanzaba con sentir.

Ya era parte de mi vida mi compañero, Gastón, quien hoy aún camina a mi lado hace ya cinco años. Hacía poco teníamos a nuestra Pipi, una pastor alemán que pasó por varios lugares hasta que nos encontró, y nos adoptó con todo su corazón. Y así, sin saberlo del todo conscientemente, empezaba nuestra familia.

Las constelaciones me ayudaron a mí de tal forma, que hoy entiendo, que cada cosa y suceso que tuvo lugar en mi vida lo hizo para traerme hasta acá. Me abrieron puertas,  me acompañaron a cerrar otras, a despedir lo que no era mío, a reconciliarme con partes de mi negadas, luminosas y otras no tanto.  Lo siguen haciendo. 

Con el tiempo, he visto que los que amamos sufren tanto como nosotros. Que cuanto más atrás se mira, más dolor hay. Y esto es un factor común en todos los sistemas familiares. Entiéndase, familias.

En ocasiones más, en silencio. Y el silencio, puede ser maravilloso o aterrador. Él y el dolor no son buenos amigos dentro del cuerpo y la mente de nadie. Lo sepamos o no. Aunque hay cosas, muy terribles, que aprendimos muchos de nosotros a callar. Porque dolía tanto, que solo pudimos callar.

Esta herramienta, no necesita muchas palabras. La sola representación de un síntoma o conflicto, pone de manifiesto lo oculto. Lo que está pasando. Las frases sanadoras, no podría Hellinger haberlas llamado mejor, ordenan amorosamente lo que se desacomodó. Y así, el consultante, vos, como yo, podes mirar hacia tu vida sintiéndote más ligero. Libre de las memorias que compartimos, sin saber que nos limitan muchas veces.

Unido a todos, inclusive a los difíciles, porque todos, tenemos un lugar. Todos formamos parte.

Hoy soy Facilitadora en Constelaciones Familiares, certificada. Sigo haciendo varias sesiones al mes porque, por supuesto, tengo temas para mirar. 

Mi historia de vida, al menos, varios de los años que tengo de vida están lejos de ser fáciles o felices. Te diría que tienen unos matices tremendos. No sería capaz de contarte esto sin mis queridas constelaciones. Sin todas las personas maravillosas que me acompañaron con su corazón, aun cuando no entendían. Hoy tengo mi propia familia, con mi amor, nuestro maravilloso hijo, Astor y nuestra Pipi. Y comprendo, que todo trabajo tiene su fruto. Como es mi hijo, fruto de nuestra historia de amor y como cada uno de nosotros, vos también, que ahora lees esto, somos fruto de la historia de la vida. Y si entonces, con estas gafas que nos son prestadas podemos permitirnos verlo así, la vida se tiñe de colores maravillosos, para que nuestro paso por ella sea valioso. 

No significa que no vayas a tener momentos difíciles, los habrá. Es parte del camino. 

La invitación es resignificar nuestro caminar, hacer algo bueno con la vida, que con amor nos fue dada. Con todo lo demás, nosotros podemos

María Eugenia Filippini Ganuza
María Eugenia Filippini Ganuza

Soy María Eugenia, Euge, Euke, Eugeni, María, María E, Pocha. Todos bautismos recibidos por los que más me quieren, sin dudas. Si me preguntas a mi, prefiero Euge, o María E. Me sienta bien. Graciosa y nerd por naturaleza. Talento innato para pensar. Comunico y constelo, me encanta hacerlo. Fan número uno in eternum de mi hijo, amante de mi familia, la naturaleza,el deporte y los idiomas. En ese orden. Gracias por leerme!

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