Al pensar en Tutankamon todo el mundo visualiza la misma imagen: la máscara de oro macizo que se halló en su tumba. Rara vez se repara en sus restos humanos.

Lo cierto es que Tutankamon, accedió al poder con ocho o nueve años de edad aparentemente bajo la tutela de Visir Ay, manteniéndose en este hasta los dieciocho o diecinueve años, fecha en que, se piensa que producto de sus múltiples afecciones de salud, falleció.

¿A qué se debe su fama?

Es de público conocimiento que en el antiguo Egipto la muerte de los faraones implicaba toda una ritualidad que incluía edificios monumentales, momificaciones, tumbas con riquezas y sirvientes que estos habían tenido en vida, entre otras cosas. Por esta razón, en muchas ocasiones, a lo largo de más de 3000 años, estas sepulturas fueron constantemente saqueadas.

Entre los años 1905 y 1914 el abogado y financiero estadounidense Theodore Davis obtuvo los derechos de concesión para excavar en el Valle de los Reyes de Egipto. En ese tiempo desenterró diez tumbas. Sin embargo, sus trabajos no dieron los frutos esperados. Aunque Davis descubrió varios objetos en la tumba KV58 relacionados con Tutankamón, como botones y empuñaduras con su nombre, así como su pozo de embalsamamiento, pensó que esa era la tumba perdida del faraón asumiendo que el Valle de las Tumbas estaba agotado.

Lord Carnarvon y el arqueólogo Howard Carter continuaron la concesión de excavación cuando expiró la de Davis.

Tras una búsqueda exhaustiva, en 1922 Carter descubrió la verdadera tumba de Tutankamón. Allí está el por qué de su fama. Si bien el imaginario popular asegura que la tumba fue hallada “intacta”, lo cierto es que existen evidencias que indican que la misma había sido saqueada al menos 2 veces en la antigüedad, como por ejemplo, que el sello de la entrada había sido reconstruido. Sin perjuicio de ello, fue, de las tumbas descubiertas en Egipto, una de las más completas. Howard Carter tardó 10 años en catalogar los objetos.

Se cree que esto sucedió porque fue inhumado en una tumba que era inusualmente pequeña para un faraón. Se estima que, al haber sucedido su muerte de manera temprana e inesperada, antes de la finalización de una tumba real de mayores dimensiones, el enterramiento de su momia fue realizado en una tumba destinada a otra persona de menor rango. Posteriormente se perdió el rastro de la tumba, que quedó enterrada bajo los escombros de hipogeos cercanos y porque sobre su entrada se construyeron viviendas de obreros del Valle de los Reyes.

La humanidad entera quedó perpleja con la cantidad de oro, las estatuas, los sarcófagos, carros, bastones y demás objetos personales. ¿Y qué pasó con su cadáver?

En el año 1968 se realizaron estudios de rayos X a la momia, y los examinadores encontraron que su cabeza estaba separada del cuerpo, las manos estaban cortadas y las piernas estaban separadas de la pelvis.

Hay quienes atribuyen estos hallazgos a un examen descuidado, realizado en su momento por Howard Carter en donde extrajo a la momia de una manera poco convencional. Lo peor, sin embargo, fue la comprobación de que habían sustraído un collar de cuentas sobre el pecho del cadáver, así como un casquete que cubría su cabeza, y para hacerlo, los ladrones rompieron varias costillas del cuerpo, ya que el collar estaba adherido a los huesos por la resina utilizada en la momificación.

El punto máximo de la profanación fue el descubrimiento de que a la momia le habían quitado una oreja y el pene. Todo indica que estos saqueos tuvieron lugar durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las medidas de seguridad de la momia eran mínimas.

Por otro lado, los expertos sostienen que la momia, aunque hasta el descubrimiento de Carter no había sido manipulada por ningún otro ser humano, no se encontró en muy buen estado, debido a que el embalsamamiento fue realizado de forma inexperta: la incisión para extraer las vísceras, la posición de los brazos, el exceso de resina dentro de su cabeza; todo escapa a las normas de momificación de los faraones.

Actualmente, la momia del rey Tutankamón se exhibe en una tumba en el Valle de los Reyes en Luxor, Egipto, cumpliendo con todos los requisitos para su preservación.

3000 años de conservación pueden ser alterados por minutos de irresponsabilidad.