Sola

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Siempre estuve sola. Desde un principio fui consciente de mi extraordinaria tarea, y también lo ardua que ésta sería, además de incomprendida, resistida incluso ingrata. Pero el Creador dispuso que siempre será así, aunque el precio a pagar sea el no tener vida propia, ni conocer vidas ajenas. Es así… solo se me permite estar con las personas un mero instante, pero el más importante, ese que les permite trascender hacia una nueva vida, donde pueden manifestar sus verdaderas esencias sin los tapujos ni las obligadas hipocresías cotidianas. 

Mi vida es neutra: sin amor ni odio, sin risas ni lágrimas, y sobre todo sin deseo, esa emoción tan pura y esencialmente humana, que creo, no me fue otorgada para no entorpecer mi santa labor. Es que soy muy fea, flaca y poco atractiva, y por eso la gente no se fija en mí, es más, creo que ni siquiera piensan en mí… o tal vez sí, pero por temor no lo dicen… y ahí entra a tallar la hipocresía. Lo cierto es, que soy lo más importante para ellos solo en el instante mágico en que sus vidas se cruzan con la mía (¿o será al revés?), y aunque muchos vienen a buscarme por propia voluntad, con la mayoría nos encontramos en los momentos y lugares que menos imagino, y que supongo, ellos tampoco.

Me hubiese gustado tener hijos, y poder trascender de generación en generación hasta el fin de los tiempos, aunque eso es imposible por dos razones:  iría en contra de mi simbólica existencia, y porque mi tarea me lo impide, ya que debo transitar día y noche por los lugares más recónditos, y eso no me deja tiempo para criar niños, aunque, sin que se percaten de presencia, muchas veces los observo desde una distancia prudencial viéndolos reír, llorar y crecer sin que mi presencia los perturbe.

Confieso que cambiaría toda mi fama y poder por un beso de amor, para poder experimentar las sensaciones de deseo y pasión, aunque de suceder lo último sería mi fin, pues no me importa cambiar por un instante de plenitud esta eterna y fría monotonía.

 La monotonía… mi formidable rival… siempre inmiscuida en la vida del ser humano.

Tal vez algún día logre mi secreto deseo… mientras, seguiré deambulando sin tiempo ni final, portando mi nombre, único pero diferente, según los lugares y épocas.    

Roberto Dario Salica
Roberto Dario Salica

Escritor de Córdoba, Argentina. A la fecha, ha publicado cinco libros, uno de cuentos para niños, poemas, relatos de la infancia y dos de relatos fantásticos. De estos últimos, el que lleva el nombre de La Luz Mala y otros cuentos sorprendentes fue elegido por la Biblioteca Pública de New York y la Universidad de Princeton de New Jersey para sus colecciones. Mientras que el libro Travesía fue elegido, por la Legislatura de Córdoba, para ser donado a todas las bibliotecas populares de Córdoba. Ambos libros integran, también, la colección de la Biblioteca Mayor de la Universidad Nacional de Córdoba. En la actualidad, se encuentra escribiendo su segunda novela de corte histórico.

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