¿Recuerdas tu primer miedo? 

La aceleración se convirtió en algo de rutina, el ruido, los pasos  rápidos, el choque de hombros, y el silencio en los ascensores una  sincronía infinita.

Sin pensar, sin meditar y sin siquiera actuar, lo hacemos a diario. Es curioso que toda esa monotonía suceda de la puerta para afuera.

¿Lo han reflexionado?

A menudo mostramos una identidad muy similar a la de los demás en distintas situaciones, y  siquiera nos damos cuenta, algunos destacan y viven cada momento, ¿pero qué sucede con la mayoría?

Al salir de casa, tomamos miles de  decisiones, muchas nos generan miedo. Como el cómo luzco, cómo camino,  debo comer en ese parque, puedo salir en bicicleta y traje sin que se  sienta raro, el maquillaje, en fin…

Millones de excusas que le añadimos a  nuestra mente para que libere ansiedad.

¿Por qué este miedo no lo  sentimos estando en casa?

Nuestra apariencia puede ser mejor o peor,  nuestro caminar es diferente, comemos y bebemos sin respetar ninguna norma, no importa el resto del mundo, no hay guerra. Desaparece el miedo. 

¿La fórmula de la felicidad radicará en hacer de tu vida un hogar o  tener un hogar para hacer una vida?

 Recuerdo mi primer miedo, lo sentí a los 17 años. Joven, recién graduado  del nivel secundario, sin plan ni salvavidas, sin padre, y a punto de  empezar la vida laboral. El miedo real que sostuve fue cuando sentí que el sitio que era mi hogar, mi lugar seguro, mi espacio para ser yo mismo, se estaba ampliando en hectáreas y tenía que afrontarlo yo solo.  Debía estudiar para ser profesional, trabajar para subsistir y además  empezar a transitar el largo y tedioso camino de la adultez, pero,  ¿saben qué pasó luego?.

Me gradué, trabajé y me convertí en profesional y hoy me siento a gusto  con ser adulto.

El punto es que, quizá me habría gustado darme cuenta antes, que todo  ese miedo que sentí alguna vez, era  la razón para motivar mi felicidad. Darse cuenta a tiempo que lo único  importante en nuestra vida no es el caminar rápido ni ser el más lindo, en realidad es, hacer de toda nuestra vida y entorno un hogar en paz.  Ese que puedes ver por la calle y te sonríe, da los buenos días, escucha  música  y toca instrumentos imaginarios, tiene la camisa manchada de mostaza y  no le importa, habla en el ascensor de su vida y pregunta por la de los  otros y lo más importante, camina despacio porque nunca está llegando  tarde a su vida.

Gregsson Camacho

Cocinero de profesión. Me apasiona la música y escribir. Trato de expresar mis sentimientos y emociones a través de poemas y versos y algunas veces canciones, sueño con cambiar al mundo con mis palabras.