Cimientos de cristal, de Dulce Bermúdez - Reseña completa –

Aldana Perez

Nov 2022

Cimientos de Cristal - Aldana Perez
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Sinopsis

Esta novela se presenta al lector como una historia de intriga: un hecho fortuito, una mujer emblemática y muy querida en la isla de Gran Canaria por su lucha por los más desfavorecidos y sus relaciones políticas, es asesinada en plena calle. Apenas una semana más tarde, un hombre que ronda los cuarenta años aparece muerto en su casa. Cuando las autoridades verifican que se trata del primogénito de la mujer, la investigación toma otro giro y, a raíz de una tercera muerte en un plazo muy breve, comienzan a inquietarse. El teniente de la Guardia Civil, Diego García, representante en Gran Canaria de la UCO, pide una actuación conjunta de los diferentes cuerpos policiales para poder esclarecer los asesinatos. Como ayuda externa, recluta a un joven agente de la Policía Local, Nairam Díaz —a quien conoce por su habilidad analítica y su perspicacia en la observación—, para lograr desenmarañar el extraño y dispar patrón de muertes que van apareciendo sin un sentido lógico, y que llegará a convertirse en una obsesión para ambos agentes. Las muertes se suceden en distintos puntos de la bella isla canaria y la presión política comienza a sentirse tras la investigación. La tenacidad de ambos agentes irá descubriendo un sutil entramado de venganza que se remonta a una brutal historia olvidada.

Mi opinión

Aspectos técnicos

Me voy a detener muy poco en los aspectos técnicos porque ya he comentado en varias oportunidades que Dulce Bermúdez escribe muy bien. Recuerden que he reseñado otra novela suya antes (La chamana de las piedras) y he ahondado en estos temas ya. 

 En cuanto a esta obra en particular cabe destacar, sin embargo, varios aspectos.

En primer lugar, los diálogos están bien construidos. No solamente porque son fluidos, sino también porque se sienten reales. Es decir, son simples pero no porque les falte información o porque sean vacuos, sino porque los términos que utilizan los personajes para expresarse son cotidianos y familiares.

Debido a esto, cada vez que dos o más personajes se ponen a conversar, es muy fácil sentirse parte de la escena como un participante más. Lo que comentan es fácil de entender y de asimilar, y a la vez nos sumerge en situaciones que si bien son creíbles y comunes, tienen sus tintes extraordinarios que los vuelven interesantes a nivel literario. Están dentro del equilibrio justo entre lo ficticio y lo no ficticio. Incluso, algunos pasajes tienen cierta ternura hogareña que los convierte en algo más cercano al lector todavía. 

Como he comentado en la reseña que subí a Instagram, es evidente que la autora posee una buena capacidad de observación puesto que solo a través de una mirada perspicaz de las personas que lo/a rodean, un/a escritor/a puede llegar a comprender cómo funciona una buena conversación dentro de una historia y, por supuesto, a cómo plasmarla de manera eficaz en el papel.

En segundo lugar, el texto en general tiene buen ritmo. En un género como el thriller en el que se suele incorporar una gran cantidad de datos y de información detallada sobre los diferentes personajes, escenarios y situaciones, es muy importante que la voz narradora mantenga un ritmo ágil y dinámico. De lo contrario, el lector se aburrirá o confundirá fácilmente.

Cimientos de cristal es un libro que tiene casi 400 páginas y aún así se lee muy rápido puesto que la información relevante está bien dosificada a lo largo de la novela y se distribuye de manera clara y armoniosa. 

Esto me lleva directo al tercer elemento a destacar en cuanto a lo técnico y es que se nota que detrás de este relato hay una magnífica investigación. Tanto lo referido a la actividad policial como lo que concierne al trabajo científico y/o forense está bien fundamentado y explicado. El hecho de que la autora tenga un amplio conocimiento respecto a los temas que está tratando hace que pueda expresarlo de forma inteligente y entendible. 

Víctimas y victimarios

El asesino

Si hay algo que se espera al leer una novela o cuento policial es un cierto grado de dificultad a la hora de descubrir la identidad del asesino. Quienes gustamos de esta clase de géneros literarios amamos sentirnos desafiados a la hora de ponernos en el papel de investigadores. Personalmente, me siento muy frustrada cuando el nombre del asesino no es difícil de develar. Me queda la sensación de que... fue muy fácil, de que no hubo suficientes obstáculos y, por lo tanto, de que no hubo "gracia" a la hora de plantear la historia. Por suerte, esto no fue lo que me ocurrió al leer esta obra.

Una gran parte de la información respecto al victimario (y también a las víctimas, pero esto lo voy a comentar más adelante) se nos ofrece desde el inicio. Es decir, sabemos casi desde el comienzo que lo que mueve al criminal a perpetuar esos asesinatos es la venganza. Y, con el correr de las páginas, vamos descubriendo qué tipo de técnicas utiliza para llevar a cabo su vendetta. A partir de todos estos datos van apareciendo ciertos indicios que nos permiten hacernos una idea de quién puede llegar a ser el culpable.

Pero, más adelante descubrimos que, no solamente no es así sino que también... No les voy a contar nada más. ¡Lean la novela! No me odien, no es maldad. Si sigo hablando (o escribiendo) voy a hacer spoilers imperdonables. No quiero arruinarles la experiencia. 

No obstante, antes de meterme de lleno en el análisis de las víctimas voy a comentar dos cositas más. Debo decir que esto de tener tanta información sobre el asesino desde el comienzo me generó sentimientos encontrados debido a que, por una parte me provocaba interés y ganas de seguir leyendo para saber a dónde iba todo eso, pero por otro lado sentía que le dejaba poco espacio a los plot twist tan esperados en esta clase de novelas también.

No digo que sea imprescindible que haya giros narrativos (o muchos giros narrativos) en un suspense, pero hubiese sido una buena opción. Si el misterio se hubiese prolongado por más tiempo y si hubiésemos tenido que leer un poco más antes de obtener información sobre el criminal, los capítulos finales habrían tenido más impacto, desde mi punto de vista.

Las víctimas

Lo interesante de esta historia en relación a las víctimas es que, al principio, parecen no estar conectadas en absoluto. Gran parte de la intriga se basa en esta característica. A medida que vamos descubriendo quiénes son y cómo fueron asesinadas entendemos que hay una similitud en cuanto a la forma de su muerte y, por supuesto, a quien las ha lastimado. Sin embargo, es difícil entender por qué a ellas.

Sabemos que hay ciertos datos demográficos en común entre los fallecidos, pero incluso eso es bastante ambiguo porque divide a las víctimas en dos (o tres) grupos. Tengo que admitir que mientras leía la primera parte del libro me asusté un poco porque no sabía cómo se iba a resolver este asunto y me daba miedo pensar que no iba a ser de una manera verosímil. Nuevamente, mis temores no se hicieron realidad. Al final, todo tiene sentido. 

Algo que me gustó mucho fue poder saber qué estaba pensando o sintiendo la persona antes de morir. Generalmente, en las obras de terror/thriller cuando se nos cuenta esto a los lectores es para aumentar la empatía y por ende intensificar las sensaciones y emociones que nos provoca lo que estamos leyendo. Es decir, cuando en La chica que se llevaron, de Charlie Donlea, el autor nos cuenta qué pasaba por la mente y el cuerpo de una de las mujeres secuestradas cuando veía llegar al violador al recinto donde la tenía recluida, el fin es ese, ni más ni menos.

Pero en Cimientos de cristal (aunque algo de eso hay) el poder conocer lo que piensa y siente la víctima antes de morir provoca un efecto sorpresivo o, mejor dicho, incrementa la sorpresa. Esto se ve claramente en uno de los primeros capítulos, cuando muere la primera víctima, la Dama Blanca. Sabemos que está saliendo del correo, que fue a enviarle un regalo a su hijo, que está pensando en él, que lo extraña y que desea estar más cerca suyo. Y de repente, ¡ZAS!, la matan. 

El resultado es una mayor compasión para con el personaje porque sabemos que lo que estaba haciendo era realmente noble y tierno, y un mayor impacto del crimen, porque no lo esperábamos ya que estábamos concentrados en conocer la vida personal de la mujer. 

En este caso no creo que sea algo grave porque hay tantos personajes y situaciones diversas que, aun así, el interés se mantiene hasta el final puesto que necesitas conocer la historia completa para terminar de armar el rompecabezas. Simplemente lo planteo como una posibilidad que, quizás, estaría bueno explorar en próximas secuelas (en el caso de que existan). 

Por otro lado, siento una necesidad imperiosa de hablar del modus operandi del victimario porque me pareció fascinante. Lo haré teniendo la mayor cantidad de precauciones posibles para no spoilear nada y para que no se malinterprete, pero tengo que hacerlo. ¿Por qué? Porque las "armas" o "herramientas" de las que se vale el homicida para terminar con la vida de sus víctimas es original, es innovadora (tanto por lo que son como por la forma en la que las utiliza y la forma en las que la autora las expone) y es muy linda.

"¿Qué? Aldana, ¿dijiste "linda"?". Sí, eso dije. Y ahora sí, no diré más. ¡Lean la novela! 

Personajes secundarios que antes fueron principales

Lo que voy a comentar en este apartado no es más que un dato de color que me pareció divertido y por ese motivo quise compartirlo. Dentro de esta novela aparece un personaje secundario que fue protagonista en otra novela de la autora, la ya mencionada La chamana de las piedras. 

Romén es un médico del cual conocemos a profundidad su vida, sus deseos, sus intenciones y su forma de ser debido a que tiene una gran relevancia en esta última. Sin embargo aquí aparece de forma esporádica, como consultor. No obstante, gran parte de los gestos y actitudes características de él siguen intactas y son reconocibles. Quienes hayan leído La chamana de las piedras (o Influjo, la segunda parte) podrán darse cuenta de forma rápida que se trata de él, más allá de su nombre y de su localidad, porque a pesar de ser prácticamente un extra en Cimientos de cristal, está bien elaborado como personaje como cualquier otro dentro del relato. 

El trasfondo ideológico de la obra

La "justicia"

Como en toda novela policial, la actuación de la "justicia" (tanto formal o como informal) es un tema importante en la trama. En esta obra en particular, el mensaje que se da respecto a este concepto es bastante interesante y da para analizarlo de forma profunda.

Tanto a través de la historia del victimario y de sus motivaciones, como a través de los hechos concretos que se relatan y de las experiencias que atraviesan cada uno de los personajes, se habla constantemente del papel de la justicia. El accionar policial y la intervención de la política son temas cuestionados por los personajes y también son puestos en tela de juicio desde la voz del narrador.

Gran parte de lo que se teoriza y se concluye en relación a esto concuerda bastante con la visión de Roland Barthes y Tzvetan Todorov en cuanto a la construcción individual y colectiva de la verosimilitud de los hechos y su relación con los procedimientos judiciales. Expondré aquí algunas de sus ideas en este artículo, pero no sin aclarar que es un debate por demás extenso que ameritaría un ensayo aparte, puesto que nos puede servir tanto para comprender más en profundidad el trasfondo de esta novela en particular como para analizar otras obras e incluso todo tipo de situaciones de la vida "real". 

En la introducción de Lo verosímilBarthes explica: 

Un día, en el siglo v a. C, en Sicilia, dos individuos discuten y se produce un accidente. Al día siguiente aparecen ante las autoridades, que deben decidir cuál de los dos es culpable. Pero, ¿Cómo elegir? La disputa no se ha producido ante los ojos de los jueces, quienes no han podido observar y constatar la verdad; los sentidos son impotentes; sólo queda un medio: escuchar los relatos de los querellantes. Con este hecho, la posición de estos últimos se ve modificada: ya no se trata de establecer una verdad (lo que es imposible) sino de aproximársele, de dar la impresión de ella, y esta impresión será tanto más fuerte cuanto más hábil sea el relato. Para ganar el proceso importa menos haber obrado bien que hablar bien. Platón escribirá amargamente: «En los tribunales, en efecto, la gente no se inquieta lo más mínimo por decir la verdad, sino por persuadir, y la persuaden depende de la verosimilitud.» Pero por ello mismo, el relato, el discurso, deja de ser en la conciencia de los que hablan un sumiso reflejo de las cosas, para adquirir un valor independiente. Las palabras no son pues, simplemente, los nombres transparentes de las cosas, sino que constituyen una entidad autónoma, regida por sus propias leyes y que se puede juzgar por si misma. Su importancia supera la de las cosas que se suponía que reflejaban...

Tanto implícita como explícitamente, esta idea es retomada en Cimientos de cristal. Lo vemos, por ejemplo, cuando Nira (la esposa de uno de los investigadores principales, que es abogada) expresa su opinión en relación a la justicia cuando se topa con casos difíciles en su trabajo. En la página 25, por ejemplo, está hablando de un hombre maltratador que logra sacarle dinero a su ex mujer de forma injusta y no pueden conseguir que lo devuelva. Nira dice:

"¿Sabes lo que es que te levanten un dinero injustamente y saber que la justicia te da la razón pero no se puede ejercer presión para que lo devuelva? Me siento furiosa con el sistema y furiosa conmigo por no saber encontrar algo... una traba... o un resquicio en la ley".

A lo que su esposo responde:

"Sabes que en ocasiones ocurre. No es culpa tuya si has jugado todas tus cartas y no lo has conseguido".

Y ella concluye:

"Aun así, no dejo de sentir cierta culpabilidad. Las leyes están redactadas de forma imparcial, honrosamente formuladas sin un atisbo de humanidad. Es cuestión de quien la defiende mejor, o tú como defensor, o el otro como acusador...".

Este concepto se encuentra complementado con la expresión de ciertas ideas psicológicas que también se exponen de forma implícita y explícita en la obra, las cuales dan pie al próximo fragmento de este análisis.

Los cimientos de cristal

Cuando estaba llegando a las páginas finales me percaté de que no había entendido, todavía, cuál era el significado del nombre de la novela. Me pregunté si estaba relacionado con algún pasaje específico del relato o si era más bien metafórico. Al abordar el último capítulo descubrí que es un poco de las dos cosas.

Dicha metáfora está relacionada con la infancia. A través de la novela vamos conociendo la vida personal de todos los personajes importantes y en cada una de ellas descubrimos que hay muchos aspectos de su personalidad como adultos que están relacionados con sus vivencias infantiles.

Como bien se explica a través de la voz de una de las mujeres policía, la infancia es el cimiento de la identidad de toda persona. En el caso del victimario, estas bases fundamentales de su psique y su vida psicológica y emocional eran realmente frágiles, por lo tanto se los podría interpretar como "cimientos de cristal"

 Por supuesto que esta idea no es suficiente para justificar los actos de esta persona, pero sí sirve para comprenderlos. Y también es útil para estudiar el papel de la justicia en esta clase de crímenes, sobre todo la justicia no formal o fuera del ámbito judicial o legal. 

Ya voy terminando…

Esta reseña está llegando a su fin. Antes de pasar a hablar acerca de la autora y de dónde pueden conseguir sus libros, me voy a permitir una pequeña crítica constructiva.

Los aficionados a la lectura sabemos que, aunque muchos queramos negarlo, la portada de un libro es muy importante. Muchos de nosotros, inclusive, compramos determinados libros por su portada, es decir, lo juzgamos por su portada sin leer, en ocasiones, siquiera la sinopsis.

En el caso de Cimientos de cristal, de Dulce Bermúdez, la imagen de la tapa no termina de transmitir (según lo veo yo) la esencia del libro. Da la impresión de ser un texto de no ficción o algo similar. Creo que si utilizara imágenes más impactantes, con una gama de colores fríos más amplía, quizás con alguna figura humana, algún guiño al arma homicida o algún signo relacionado a la historia de las víctimas, sería más llamativo desde ese lado. La historia es muy buena y siento que la portada no le hace honor.

Dicho esto, continuemos con la biografía de la autora y los datos de contacto.

Sobre la autora

Dulce Bermúdez es escritora, coach creativa para escritores, y profesora de Lenguaje Musical y Armonía del dep. de Formación de la orquesta filarmónica de Gran Canaria (OFGC), y máster en PNL. Es autora de dos novelas sobre: Intriga familiar y misterio: La chamana de las piedras (reedición especial por su décimo aniversario, editorial Cetro 2022), Influjo (2018), continuación de La chamana. Intriga policial y familiar: La casa de arena (2015) donde se presentan los personajes principales de su última novela, Cimientos de cristal. Un thriller policial con tintes de novela negra editado por la editorial Samaracanda y ya a la venta. Es autora de tres ensayos sobre escrituraCreatividad para comenzar a escribir (editorial HakaBook, 2012), Neuroescritura para líderes (ediciones Mestas, 2016) y ALEMPED, la nueva estrategia creativa del escritor (editorial Samarcanda, 2020), último trabajo sobre el método de escritura creado por ella con herramientas de la PNL y la neuroescritura como apoyo para la fluidez creativa del escritor y recursos para eliminar bloqueos.

¿Dónde puedo conseguir Cimientos de cristal?

Podés comprarlo en Amazon, en Casa del Libro, a través de Libros CC, en Librerías Gandhi o comunicándote directamente con la autora a través de su Instagram o de su sitio web.

Bibliografía

Roland Barthes & Tzvetan Todorov , Lo verosímil, trans. Beatriz Dorriots, Buenos Aires: Ed. Tiempo Contemporáneo, 1970. (in Spanish).

Bermúdez, Dulce. Cimientos de cristal. Sevilla: Ed. Samarcanda, 2022.

Aldana Perez
Aldana Perez

Soy de Mar del Plata (Buenos Aires, Argentina) y soy escritora y bookstagrammer. Me encanta todo lo referido a las Letras y la Literatura, siendo mis géneros favoritos el terror, el thriller y la no ficción..."

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